miércoles, 16 de junio de 2010

Recogida y primera noche con Simón

No sé ni como empezar. Tengo tanto que escribir que mi mente va más rápido que mis dedos. Voy a empezar a contar cuando recogimos a Simón:
Ese día era de nervios y alegría. Por fin llegó la hora en la que íbamos a recoger a nuestros hijos para siempre. Ese día, por la mañana realizamos las penúltimas gestiones en Chitá, y por la tarde fuimos a la casa cuna a recoger a Simón. Llevábamos la mochila con la ropita, zapatos, comida, y una mochilita que le compramos con su peluche y algunos juguetes especiales. Ese momento es indescriptible. Coger a tu hijo entre los brazos, desnudarlo, ponerle la ropita y saber que en unos instantes saldréis juntos para siempre. A Joaquín y a mí nos temblaban las manos y nos brillaban los ojos de la emoción, no nos lo creíamos. La despedida fue emotiva, pero muy rápida, ya que justo después, la coordinadora nos llevó a tramitar otros papeles. Simón iba muy asustado en el coche. Probablemente sería la primera vez que lo hizo. Además, tampoco ayudaba la manera de conducir de nuestro chofer. Se agarraba muy fuerte a mis manos y soltaba suspiros y pucheros de miedo. Su padre le puso música con el móvil y eso lo relajó bastante. Yo no podía parar de reír y de intentar que las lágrimas no salieran por mis ojos. Estaba inmensamente feliz, tenía a mi hijo entre los brazos y nada me lo podía quitar. Después de hora y media de espera en la puerta de un ministerio, salió la coordinadora de hacer las oportunas gestiones y nos dijo, en medio español y medio ruso, que no podemos recoger a la niña porque la directora ya se había marchado y era muy tarde. Nuestro enfado era mayúsculo. No entendíamos por qué tenía que estar nuestra hija otro día más en el orfanato sin ser necesario. Ya nos habíamos hecho a la idea de pasar los cuatro juntos esa primera noche, pero no hubo manera de que la cosa cambiara. Los rusos son muy, pero que muy intransigentes con respecto a las normas y demás burocracia, que por otro lado funciona bastante mejor que aquí. Así que nos hicimos a la idea, que esa noche íbamos a ser tres y a la mañana siguiente ya seríamos cuatro, que se le va a hacer...
Una vez acabadas todas las gestiones, cenamos los tres con Robert y María y su preciosa Diana. Los niños estaban tranquilos y felices. La hora de su primer baño fue genial. Joaquín y yo disfrutábamos como enanos de verlo y tenerlo, y él se dejaba hacer de todo, excepto echarle el agua por la cabeza. En ese momento empezó a llorar como si lo estuviéramos matando. De momento lo abrazamos y nos lo comiamos a besos. Debo decir que hasta aquella tarde y noche nuestro hijo era tal cual el niño que ya habíamos conocido, un niño que no hablaba, al menos con nosotros, y se mostraba muy cauto, timido y asustadizo; La bestia aún no había despertado... (lo decimos con cariño)
Pero nuestra felicidad no era plena. Nos faltaba nuestra Vika. Esa noche yo tenía una extraña sensación y cuando Simón se durmió a mi me dio por llorar. Eran muchas emociones juntas y para colmo nuestra niña no estaba con nosotros. Cuando acostamos a Simón nos sorprendimos al verlo acunarse él solo de una manera muy violenta. Anteriormente ya habíamos leído sobre este comportamiento, muy común en niños de orfanato, así que la sorpresa nos duró poco. Nosotros lo tranquilizamos y enseguida se durmió. Tan pequeñito e indefenso, por fin estaba con sus padres.

Mama y Papa

sábado, 12 de junio de 2010

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Hola!!!!!!!!!!!

Hola a todos!!!! por fin tengo un ordenador en mis manos!. Llevamos tres semanas los cuatro juntos y es un no parar. Estamos todos muy bien, adaptándonos los unos a los otros y cada día es un paso gigante en todos los sentidos. En este fin de semana voy a intentar contaros mucho más y subir algunas fotillos. Muchas gracias a todos por estar ahí. En cuanto pueda también contestaré a todos vuestros correos. Por cierto para escribir estas frases me he tirado una hora. Jajajaja. El aburrimiento y la tranquilidad se acabaron, pero no cambio esto por nada del mundo.